martes, 14 de julio de 2009

Cómo ponerle freno a los caza NINJAS

No hace falta ser economista para darse cuenta de que el crédito es uno de los grandes inventos de la historia de la humanidad pues permite poner en marcha proyectos que, sin financiación, no podrían materializarse.



Desde la primera mitad del siglo XIX, tras la generalización de los sistemas bancarios en Europa y EE.UU. se han sucedido numerosas etapas de contracción del crédito (o credit crunch como diría Shakespeare). Lo que diferencia a la actual fase de restricción crediticia de las anteriores es su especial magnitud. Como los bancos tienen unos índices de morosidad cada vez más elevados, han cortado el grifo de la financiación ahogando a miles de familias y empresas de todo el mundo.



Una parte importante de los impagos corresponden a personas con buen historial crediticio que han visto reducidos sus ingresos de forma total o parcial al haber sido despedidos de las compañías en las que trabajaban. Otra parte de los créditos fallidos tiene como protagonistas a las empresas que, pese a tener una buena salud financiera, se han visto sorprendidas por uno de los peores descensos de la demanda desde la Primera Guerra Mundial. En este sentido, es difícil culpar a los prestamistas o a los prestatarios del incremento de los créditos fallidos pues la llegada de una crisis es, en muchas ocasiones, difícil de prever.



Lo que no tiene perdón de Dios es el incremento de la morosidad debida a la falta de pago de los préstamos que fueron concedidos a los famosos NINJA (No Incomes, No Job and no Assets), es decir, prestatarios sin ingresos, trabajo o activos financieros. En este caso, gran parte de culpa del aumento de los créditos impagados la tienen los que concedieron préstamos (sobre todo hipotecarios) con excesiva alegría entre 2001 y 2007. El motivo de que, durante este periodo de tiempo, los bancos concedieran créditos casi con los ojos cerrados, se encuentra en las suculentas comisiones asociadas a la colocación de productos de deuda. Muchos empleados de banca se convirtieron en caza NINJAS, sedientos por conceder un préstamo hipotecario al primero que asomara la cabeza por su oficina.



Ante esta situación surge la pregunta del millón: ¿cómo puede evitarse que los trabajadores que reciben comisiones por la concesión de créditos los otorguen a personas con malos historiales crediticios?



Hace unos días terminé de leer la segunda edición de un libro de Robert G. Hagstrom, titulado “The Warren Buffett way”. En este texto se puede encontrar la historia de Clayton Homes, una de las empresas que forman parte del holding Berkshire Hathaway (dirigido por Buffett).



Clayton Homes se dedica, fundamentalmente, a la fabricación y venta de casas prefabricadas en Norteamérica. Dado que estas viviendas son mucho más asequibles que las tradicionales, suelen ser habitadas por familias con bajo poder adquisitivo. La mayoría de estas construcciones se venden con financiación ofrecida, habitualmente, en el mismo punto de venta.



Como este tipo de soluciones residenciales suelen ser adquiridas por familias con un nivel de renta bajo, es necesario tener un especial cuidado a la hora de conceder créditos, para evitar financiar a personas que no tienen un buen historial crediticio.



Con el fin de solucionar el problema del incremento de los impagos en los préstamos concedidos para la adquisición de viviendas prefabricadas, Clayton Homes ofrece a sus comerciales un sistema retributivo que se sale de lo común. Este plan de compensación tiene en cuenta tanto el número de casas vendidas como el grado de devolución de los préstamos concedidos. Por un lado, los vendedores reciben una pequeña comisión por la venta de viviendas. Por otro, se embolsan la mitad de los intereses generados en la operación de financiación. Pero si el crédito no se devuelve, a los vendedores se les descuenta de su paga la mitad de los costes financieros. Esta forma de retribución hizo que, en 2002, la tasa de morosidad soportada por esta empresa fuera de tan solo el 2,3% (*), la mitad que la media del sector.



Imaginemos que un comercial de Clayton Homes vende una vivienda prefabricada al mes, por un importe medio de 40.000$. Todas las casas se venden con financiación, alcanzando los intereses generados en la operación financiera los 3.500$. En caso de que no se devuelva el crédito, los costes para la empresa serán de la misma cuantía que los ingresos por intereses. Supongamos que el índice de morosidad de los préstamos otorgados por este trabajador es de un 3% (ligeramente superior a la media de la compañía). Si este vendedor permanece en la empresa diez años, se habrá embolsado, además de sus incentivos por venta, casi 200.000$ (**) en concepto de comisiones por concesión de créditos. En el caso de un comercial codicioso (que es capaz de vender una casa a crédito a cualquiera que sepa estampar su firma, con tal de llevarse su comisión), la situación sería bastante diferente. Pongamos por caso que este “astuto” trabajador tiene un ritmo de venta de tres casas al mes durante diez años, pero con una tasa de créditos fallidos del 60%. En este caso, este comercial habría tenido que “pagar” a Clayton Homes unos 42.000$ (***) en concepto de costes por créditos fallidos.



El libro “The Warren Buffet way” se publicó en EE.UU. en 2005, mucho antes de que estallara la burbuja crediticia. Tal vez si el plan de compensación expuesto en el ejemplo anterior se hubiera aplicado a los que concedían créditos con tanta alegría, estaríamos en una situación muy diferente.



¿Tú qué opinas del esquema de comisiones que se aplica en Clayton Homes? ¿Crees que este tipo de planes de compensación podrían aplicarse con éxito en del sector financiero?



Notas:


(*) Burke, “Trailer King”, pág 72, citado en Robert G. Hagstrom, “Warren Buffett Way” (2005)


(**) (1 · 12 · 10) · (3500/2) · [1 – (0,03 · 2) ] = 197.400


(***) (1 · 12 · 10) · (3500/2) · [1 – (0,6 · 2) ] = – 42.000



Referencias:


- “Contracción del Crédito”. Wikipedia

- “Subprime mortgage crisis”. Wikipedia

- The Warren Buffett way, 2nd edition, Robert G. Hagstrom (2005)

- Clayton Homes.



Foto:


- “Clayton Homes”, by saipanrick, under CC license, some rights reserved.

El caso es trincar


Durante mi etapa escolar tuve la gran suerte de leer el libro “Lazarillo de Tormes", una de las obras maestras de la literatura universal. A lo largo de esta historia, ambientada en la España del siglo XVI, desfilan una amplia colección de personajes que hacen de la mentira y la estafa su modo de vida. En esta novela se pone de manifiesto lo extendida que estaba (y sigue estando) una de las peores lacras de la sociedad española: la picaresca.

Entre otras acepciones, en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua se define pícaro como “bajo, ruin, doloso, falto de honra y vergüenza [..] astuto y taimado”.

En mi anterior post, relataba las alegres aventuras de varios directivos españoles a los que se les podría calificar de astutos, taimados y faltos de vergüenza. Si son son pícaros, por lo menos deberían merecer el título de semi pícaros.

Pero este mal tan español no sólo se localiza fácilmente en el ámbito privado, pues también podemos encontrar numerosos ejemplos de picaresca (más si cabe) en el Sector Público. Desde hace varios meses en los medios de comunicación españoles se habla, casi a diario, de la cuestión de los regalos a los políticos. Que si trajes, que si vacaciones de lujo en el Tíbet, que si mariscadas, que si anchoas (hay que joderse con las anchoas). El caso es trincar.

En los artículos 419 al 427 del Código Penal español, se encuentra la normativa relativa al cohecho. Por resumir y no entrar en terminología legal, el cohecho es un delito que puede definirse como la aceptación, por parte de un funcionario o una autoridad pública, de regalos de cualquier tipo a cambio de favorecer (directa o indirectamente) los intereses de una persona, una empresa o una institución. Conviene aclarar que en estos nueve artículos no se prohíbe expresamente la aceptación de obsequios por parte de cargos públicos. Sólo se considera que existe delito en aquellos casos en los que se reciben regalos “a cambio de algo”.

Muchos defienden la postura de que en España debería seguirse el ejemplo de países como Dinamarca, donde un funcionario sólo puede aceptar pequeños obsequios de cortesía como una tableta de chocolate.

Llegados a este punto sería interesante conocer la opinión de una de las partes interesadas: los políticos. Hace una semana, la agencia EFE recogió el testimonio de varios congresistas. De las declaraciones recolectadas se puede extraer la idea de que los diputados “no ven necesario regular qué tipo de obsequios pueden aceptarse, porque lo que debe imperar es el sentido común y el raciocinio”. Señores diputados: durante los poco más de 30 años de vida de la democracia española, nos han demostrado sobradamente que el sentido común y el raciocinio no abunda entre la clase política.

En mi opinión, los miembros de las Administraciones Públicas no deberían aceptar ningún obsequio distinto de los institucionales o regalos que superen una determinada cuantía (pongamos 30 euros). En el caso de regalos de importe superior, deberían ser entregados a la institución u organismo para el que trabajan.

En España, cuando una persona alcanza una posición relevante dentro del mundillo de la política, ocurre algo maravilloso: le salen generosísimos amigos por todas partes. Amiguitos del alma que no dudan en reforzar su “amistad” entregándole costosísimos regalos con inusitada frecuencia. ¿Cuántos de vosotros tenéis coleguitas que os regalen ropa por valor de 5000€, safaris en África con todos los gastos pagados o botellas de vino de más de 50 euros? Parece que los políticos españoles no saben vivir sin sentirse constantemente agasajados. Pobrecitos ellos. Con sus sueldos de miseria, sus cochecitos oficiales y sus parrandas a cuenta del contribuyente.

Si tuviera una varita mágica, me encantaría crear una normativa específica a la que pondría por título “La eliminación del uso del raciocinio y el sentido común en aceptación de obsequios realizados por amigos del alma”.

Cuando una persona es elegida para desempeñar un cargo público debe convertirse (si no lo es) en un ejemplo para la sociedad. Desde aquí lanzo un mensaje a los políticos españoles: si ocupas un puesto de responsabilidad en una administración pública, deberías acostumbrarte a devolver los regalos recibidos con una nota de agradecimiento. En caso de que no sepas cómo hacerlo, te presento un modelo:

Estimado [nombre del amigo]:

Agradezco mucho el presente que me has enviado pero no puedo aceptarlo porque, como sabes, ocupo un cargo público. Por este motivo no puedo recibir obsequios distintos de los institucionales. En mi vida diaria tomo multitud de decisiones que afectan, de una manera u otra, a mis conciudadanos. Como comprenderás, si acepto tu regalo alguien podría pensar que, con el tiempo, acabaría otorgándote un trato de favor castigado por el Código Penal. No obstante, agradezco el detalle que has tenido conmigo.

Un saludo.

[nombre y firma del agasajado]

Referencias:

- “Lazarillo de Tormes”, Wikipedia.
- Real Academia de la Lengua. Definición de pícaro.
- “Rebélate contra las altar retribuciones de los directivos” ecomouse.com.
- “Barberá propone despenalizar los regalos a los políticos” Público 09-07-2009.
- Cohecho, Código Penal español.
- “El traje, regalo o soborno”. El País, 11-05-09.
- “Los diputados no ven necesario regular los regalos sino usar el sentido común”, 08-07-09.

Fotos:

- “Anchoas” by melomelo, bajo licencia CC, algunos derechos reservados.
- “Gift box” by Saquan, under CC license, some rights reserved.

jueves, 9 de julio de 2009

Rebélate contra las altas retribuciones de los superdirectivos

Hoy quiero proponerte un ejercicio práctico. Coge un periódico (de los serios) y ábrelo por la sección de Economía. Seguro que encuentras alguna noticia que cuenta que el consejero delegado o el presidente de la empresa tal o cual acaba de recibir una pasta por su brillante gestión. ¡Con la que está cayendo! Me imagino que te resultará sorprendente ver cómo los Consejos de Administración aprueban sueldos millonarios para la alta dirección en los tiempos que corren. Pero lo que ya no tiene ninguna explicación es por qué esos acuerdos tan humillantes para los accionistas se ratifican en las Juntas Anuales (me refiero, claro está, a compañías donde la directiva no tiene la mayoría de las acciones).

Esta situación exige una revolución del accionariado contra las dietas, blindajes, compensaciones por cese y otras prebendas que disfruta la alta dirección de las empresas cotizadas en Bolsa. Parece que el accionista se ha olvidado de que es dueño de una parte proporcional de la compañía y que, cuando se incrementan las ganancias de la dirección, disminuyen las suyas. Cuando adquirimos un producto en un comercio comprobamos si el dependiente nos está dando bien las vueltas ¿entonces por qué permitimos que una parte importante de nuestro dinero se lo lleven cuatro dirigentes con sueldos inmorales?

Estos salarios de escándalo encuentran parte de su justificación en la idea de que los directivos generan grandes ingresos con su trabajo. Sinceramente, no me creo que la labor de un Consejero Delegado merezca una recompensa de 9,6 millones de euros (el equivalente a 320 sueldos de 30.000€). Otra cosa es que el directivo compre acciones de la compañía para la que trabaja, recibiendo parte de su remuneración vía dividendos. Por cierto, he dicho “el directivo compre” no que al directivo “le regalen”. Otra vía de pago son las stock options, una excelente fórmula retributiva si se utilizan de forma racional pero un veneno si se reparten alegremente.

Otro rollo patatero que nos cuentan para justificar las elevadas remuneraciones de los mandamases es que, para retener a los mejores, hay que pagarles una millonada. Este argumento es totalmente indefendible. Por ejemplo, el sueldo del Presidente del Tribunal Supremo de España es de menos de 170.000€ anuales y, cada vez que queda vacante dicho puesto, no faltan aspirantes. Estarás de acuerdo conmigo en que no puede decirse que los candidatos a presidir tan alta institución sean personas con un bajo nivel de formación o con poca experiencia profesional (vamos, que se encuentran entre los mejores juristas).

Como se entere José Manuel Entrecanales de lo que pagan en el Tribunal Supremo le da un pasmo. Según Cinco Días, en marzo de 2009, a este superdirectivo le echaron de Endesa con una compensación de 9,6 millones de eurillos tras haber dirigido dicha empresa durante ¡un año y medio!. Por cierto, esta noticia se la tenían bien calladita los de “la eléctrica”. Nos hemos enterado gracias las “fuentes solventes” a las que ha tenido acceso el periódico antes citado. ¿Porqué ocultaron esta noticia a los accionistas?

Para tratar de camuflar este atentado perpetrado por José Manuel contra los intereses de los accionistas, se les ha ocurrido una idea brillante: poner en marcha la eficaz maquinaria de las relaciones públicas. El truco publicitario con el que pretenden beatificar a este mago del mundo empresarial es una muestra del mejor ingenio: se va a donar la indemnización a una fundación dedicada al fomento del desarrollo sostenible. ¡Qué curioso ésto de las fundaciones! ¿Por qué todos quieren tener una? Resumiendo, se ha creado una nueva fundación ad-hoc, con el fin de maquillar una bochornosa indemnización. Por cierto, en el artículo de Cinco Días se nos informa de que, además de Entrecanales, se marchan por la puerta grande (y con los bolsillos llenos) un buen grupito de ex-directivos.

¡Que no nos cuenten historias! El dinero de Entrecanales y sus colegas es de los accionistas. Que se le entregue a éstos y ya decidirán si lo donan a una fundación de fomento de la petanca o a una defensora de inversores abandonados. Por otro lado, como a fecha de hoy la fundación “en potencia” todavía no tiene nombre (su inscripción no consta en el registro oficial de la Administración) me permito proponer un par de ellos: “Fundación Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como” o “I love Endesa – José Manuel's Foundation”. Me imagino que los más de nueve millones de euros de capital servirán para contratar a personas de renombre en el campo del desarrollo sostenible, pagar muchos cócteles y saraos, así como para contribuir al engrandecimiento de la industria nacional.

En fin. Hay que mimar a los mejores para que no se vayan. ¡Menuda majadería! Sirva como ejemplo el caso de Warren Buffett. Cobra unos 100.000 dólares al año (y me imagino que le sobra algo para ahorrar). Vive en la misma casa que compró hace 50 años y viste ropa más barata que la mayoría de los estudiantes que acuden a sus charlas. Con esta remuneración y su estilo de vida, nadie diría que se trata de una de las personas más ricas del mundo, con una fortuna personal de unos 40.000 millones de dólares. La única concesión que concede al lujo es el jet de la compañía que utiliza para ahorrar tiempo en sus desplazamientos pues, a sus 78 años, se considera una persona muy ocupada.

Os dejo con un par de vídeos de Warren en los que da una charla a estudiantes de un MBA de la Universidad de Florida. Está en inglés subtitulado en español y forma parte de una serie de nueve. Recomiendo especialmente que veáis los 7 primeros minutos del primer vídeo y el segundo vídeo a partir del minuto 7,45.






Referencias:

- “El sueldo más alto de España: Saenz, CEO de Santander, percibió 9,6 millones en 2007”. Cotizalia, 20 de abril de 2008.
- Boletín oficial del Estado 03-01.2009.
- “Entrecanales recibe 9,6 millones de indemnización por 18 meses en Endesa”, Cinco Días, Carmen Monforte, 30-06-09.
- Warren Buffett, Wikipedia.

Fotos:

- “Endesa Generación – San Roque” by roberto(C)pecino, bajo licencia CC, algunos derechos reservados.
- “Apagada Barcelona – I love Endesa” by apagada barcelona07, bajo licencia CC, algunos derechos reservados.

Vídeos:

- Charla de Warren Buffett en el MBA de la Universidad de Florida (1)
- Charla de Warren Buffett en el MBA de la Universidad de Florida (2)

miércoles, 1 de julio de 2009

La burbuja que algunos desearían seguir hinchando

Hace un mes asistí a una conferencia en ExpoManagement impartida por Fernando Trías de Bes, uno de los economistas españoles con la cabeza mejor amueblada. En su charla titulada “Actitudes irracionales del inversor en plena burbuja”, Fernando hizo un breve repaso de algunas de las locuras bursátiles más sorprendentes de la historia, como la famosa “tulipomanía” holandesa. En esta presentación, Trías de Bes recalcó la importancia de analizar los hechos relevantes de las burbujas especulativas pasadas para evitar su aparición en el futuro.

Como suele ser habitual en este tipo de conferencias, la parte más interesante fue la de las preguntas de los asistentes. Una de las cuestiones que se plantearon fue la siguiente: ¿cuándo volveremos a la situación anterior? La respuesta fue tajante: nunca. Ante esta contestación, muchos se quedaron sorprendidos. En ese momento me di cuenta de que una gran parte de los asistentes no se había enterado todavía de cuál es la realidad del mercado inmobiliario español.

Desde principios de 2008, en España estamos soportando el pinchazo de una enorme burbuja creada en el mercado de la vivienda. Aunque desde esta fecha la bajada del precio promedio del metro cuadrado ha sido considerable, tiene que seguir descendiendo hasta que llegue a niveles realistas, es decir, teniendo en cuenta la renta media de los españoles.

Para que nos demos cuenta de por qué los precios de las casas tienen que seguir dentro de una senda bajista, ilustraremos la situación con un ejemplo. Imaginemos que estamos hinchando una embarcación neumática que tiene una válvula de escape. Este dispositivo de seguridad impide que nuestro bote se llene de aire en exceso, activándose en el momento e
n que se supera el volumen óptimo de la lancha.

En España, desde 1996 hasta 2007 los precios de la vivienda han subido con mucha rapidez y, a partir de 2008, se ha activado la válvula de escape. A diferencia de otros activos, los precios del mercado inmobiliario han ido descendiendo poco a poco sin que se hayan producido, de media, bajadas bruscas (recordemos que, en 2008, el Ibex - 35 llegó retroceder más de un 40%).

Volvamos a nuestra barca de goma. Lo que algunos sectores interesados pretenden es taponar la válvula de escape y seguir metiendo aire en el bote. Es decir, volver a la situación anterior. Mucha gente parece no darse cuenta de que, si tapamos el mecanismo de seguridad y seguimos dándole a la bomba de aire, la embarcación acabará reventando por alguna costura, deshinchándose a velocidad de vértigo. Por otro lado, la reparación del reventón será tan costosa que, probablemente, no podamos pagarla hasta que no pasen muchos años.

Los promotores y constructores gritan para que no baje el precio. A este coro de alari
dos se suman las inmobiliarias, los bancos y los españolitos que compraron una vivienda para especular con ella pensando que eran los más listos del universo, pues estaban invirtiendo en el negocio del siglo. Todos estos grupos de presión pretenden, desde hace mucho tiempo, cerrar la válvula de escape para que el valor de la vivienda siga subiendo más y más. Lo que ocultan a la sociedad es que, una vez trincada la pasta, pondrán tierra de por medio, alejándose todo lo posible del sector inmobiliario.

La historia se repite una vez más. Los contribuyentes acabarán pagando los platos rotos mientras que cuatro gatos se dedicarán a disfrutar de la vida tostándose al sol en sus yates forrados en maderas nobles.


Enlaces:


- Expo Management 2009, Madrid


- Fernando Trías de Bes Wikipedia


- La Nueva España, Economía



Fotos:


- “Barca y mar” by GONZOfoto, bajo licencia CC, algunos derechos reservados.


- V de vivienda Madrid, bajo licencia CC, algunos derechos reservados.



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